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Doctrina cristiana en lengua española y mexicana

por los religiosos de la orden de Santo Domingo.

Transcripción e introducción: Isis Zempoalteca Chávez.

2013.

Entre los mecanismos desarrollados para la predicación y adoctrinamiento emprendidos por los hermanos de la orden de Santo Domingo, a su arribo en las tierras recién descubiertas a principios del siglo XV, se encuentra la desarrollada por el fraile Pedro de Córdoba al redactar su obra intitulada: Doctrina christiana para instrucción de los indios, basándola en dos principios experimentados en su contacto con los indígenas antillanos: el aprendizaje de su lengua y la búsqueda de formas o métodos escritos para transmitir la fe de la nueva religión.

 El presente estudio introductorio se basa en el completísimo esfuerzo realizado por el O. P. Miguel Ángel Medina del año de 1987[1], quien realizó un extenso y fructífero análisis de la obra, considerada como el primer catecismo o primera doctrina cristiana escrita en América por los frailes dominicos.

 Fray Pedro de Córdoba (1482-1521) natural de la ciudad de Córdoba España, estudió leyes en la Universidad de Salamanca. Posteriormente, se trasladó al convento de San Esteban, probablemente entre los años de 1497 y 1502, donde hizo su noviciado entre 1501 a 1502, para profesar después como religioso dominico bajo los preceptos de: humildad, obediencia, mortificación, modestia, juicio sosegado, oración, abstinencia y recogimiento. Durante el tiempo de su profesión realizó estudios en Artes, Filosofía y Teología desde 1502-1503 hasta 1508. Tuvo como profesores a los dominicos Pedro de León, Antonio de Miranda, Tomás Durán, Juan Hurtado, Alonso de Peñafiel, Beltrán de Heredia, Tomás de Santa María, entre otros. En 1506 fue ordenado diácono y en 1508 recibió el orden sacro del sacerdocio. Permaneció en San Esteban hasta 1509.

 Un año antes, en 1508, estando en la ciudad de Roma el Capítulo General de la Orden, el día del Pentecostés, se recibió la petición de los dominicos españoles para el envío de misioneros al Nuevo Mundo. Los primeros religiosos voluntarios que se ofrecieron para tal empresa fueron: Fr. Pedro de Córdoba, Fr. Antón Montesino, Fr. Bernardo de Santo Domingo y Fr. Domingo de Villamayor, entre otros. El trayecto lo realizaron de Ávila a Sevilla, donde se embarcaron rumbo a La Española (Santo Domingo) en la nave “La Espíndola”, arribando a su destino en el año de 1510, por el mes de septiembre. Fue nombrado vicario de la expedición Fr. Pedro de Córdoba, quien se destacó desde su llegada al Nuevo Mundo por ser un ferviente animador de la comunidad. Ya instalados en La Española, viaja a la ciudad de Concepción de la Vega al encuentro del almirante Don Diego de Colón para rendirle un informe detallado sobre el arribo de sus hermanos dominicos a la isla. En este mismo lugar se da el primer encuentro entre Fr. Pedro y Fr. Bartolomé de las Casas[2] quienes se convertirán en grandes compañeros y amigos.

La intención primaria de los dominicos al ir al Nuevo Mundo era la de convertir a los naturales. Por tal motivo, dividieron su labor entre españoles y nativos. A los primeros les van a auxiliar mediante la predicación, la confesión y la corrección de sus costumbres; para los segundos, elaboraron nuevos métodos, como la predicación basada en el ejemplo personal. Es justo en esta línea en la que Fr. Pedro de Córdoba intuye la necesidad de explicar la predicación sobre bases comunes, principalmente la transmisión a través de la lengua nativa. Se planea, por primera vez, la teoría de educar a los niños en la fe y enseñarles, posteriormente, la idea de comunicarla a sus padres. Pronto pasó su idea a Cuba y siguió extendiéndose a las islas cercanas (San Juan, La Margarita, Cubagua). Finalmente, saltó al continente, estableciendo puestos evangelizadores en la costa de Venezuela[3]. Junto con sus hermanos de orden, creó escuelas de niños indígenas y españoles. Entre todos fundaron nuevos monasterios para la predicación, espacios propicios para tal tarea.

 Tales experiencias de Fray Pedro de Córdoba fueron plasmadas en su libro Doctrina Cristiana para instrucción e información de los indios por manera de historia, en su versión antillana-castellana que redactó en Santo Domingo de La Española. Este texto está perdido en la actualidad y de él  no se sabe nada.[4] Se sostiene reiteradamente que posiblemente sea el primer libro escrito en castellano en el Nuevo Mundo, por referencias de la época[5].

Importante, recalcar que la hipótesis principal del dominico y predicador Miguel Ángel Medina (y otros autores), es que el manuscrito de La Doctrina o bien una copia, fue llevado a Nueva España por Fray Domingo de Betanzos, al trasladarse de la isla de Santo Domingo a tierra firme. Y gracias a la preocupación pastoral del obispo franciscano Fray Juan de Zumárraga y del mismo Betanzos, en el año de 1544, confirmandose que “salía de las prensas de Juan Cromberger en la ciudad de Méjico”, primero en lengua española y cuatro años más tarde, en su segunda edición, en lengua española y náhuatl, versión utilizada para esta ocasión.

 Esta primera edición bilingüe en tierras americanas tiene como antecedente la petición realizada por orden del obispo Zumárraga de elaborarse dos doctrinas, denominadas ordinariamente como: una breve y otra larga[6]. La primera, completada por el Fray Alonso de Molina[7], y la segunda, la que nos ocupa, es la obra de Fray Pedro de Córdoba, traducida por autores anónimos de la misma orden de Santo Domingo. De esta manera, la primera edición salió a la luz el año de 1548 bajo la imprenta de Juan Pablos[8], pionero en este arte en la Nueva España; y dos años más tarde, se volvió a editar en la misma imprenta establecida en la ciudad de México.

Probablemente, el breve lapso de tiempo transcurrido entre ambas ediciones se debió principalmente a la Instrucción establecida por Colón en donde incluía una cláusula por la que imponía a los encomenderos la obligación de proporcionar a los indios encomendados la necesaria enseñanza religiosa, y que “la escasez de clero obligaba a los encomenderos a contratar laicos que cumplieran la función de doctrinar a los indios. A tales maestros, por razón de su oficio, se les conoció con el nombre de doctrineros, apelativo que luego se aplicó a los clérigos que se dedicaron a dicho menester”[9]. Esta  cuestión  afectaría de igual manera a Fr. Juan de Zumárraga y Domingo de Betanzos quienes, al encontrarse con la misma escasez de instrumentos regulares o clericales en la evangelización, impulsaron la publicación de dichas Doctrinas que vinieran en ayuda de los “doctrineros laicos de México”.

En realidad, no es sólo una hipótesis, pues, así lo encontramos aseverado en la edición de 1548, lo que vendría a explicar la rápida realización de otra edición, tan sólo dos años más tarde; situación que viene a abonar el hecho de que la edición prestó una ayuda concreta a los doctrineros laicos de Méjico[10]. El antecedente de ello se remonta al día 13 de junio de 1546, en la ciudad México, donde se reunió una Junta de eclesiásticos y religiosos – llamada también Congregación de Obispos-, convocada y presidida por el Visitador Tello de Sandoval, reuniendo a los asambleístas: Zumárraga, Marroquín, López de Zárate, Vasco de Quiroga y Bartolomé de las Casas, obispos respectivamente de México, Guatemala, Oaxaca, Michoacán y Chiapas. También debieron estar presentes los prelados de las órdenes religiosas, para facilitar a los naturales la instrucción en la fe, por lo que aprobaron la redacción de dos doctrinas: una breve y otra más extensa; acuerdo de fácil ejecución por los trabajos hechos anteriormente en este campo por el obispo Zumárraga.

 Según Miguel Ángel Medina O. P., la disposición de la Doctrina del año de 1548, en edición bilingüe, se divide en cuarenta sermones, siendo su contenido doctrinal casi idéntico a la impresa en castellano a la del año de 1544, lo que nos permite pensar hubo dos ediciones, una breve y otra más larga, de la misma Doctrina, describiéndola esquemáticamente de la siguiente forma:

 

Manuscrito antillano + adaptaciones y resumen = doctrina de 1544

Manuscrito antillano + adaptaciones y traducción = doctrina de 1548[11]

 Relación de ejemplares conocidos de la obra de Fr. Pedro Córdoba, en la actualidad, y lugar donde se encuentran, versiones en castellano o bilingües: castellano-náhuatl.

 Versiones en facsímil y originales, haciendo constar que en México contamos con un ejemplar de la edición de 1944, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en la Biblioteca Pública “Juan José Arreola”, a reserva de que existan otros ejemplares de propiedad privada.

1544: Edición 1945 Universidad de Santo Domingo, ciudad Trujillo, facsimilar.

1544: Edición 1970. Miami. Traducción al inglés,

1544: Edición 1984, incluida en la obra de J. G. Durán Monumenta Catechetica Hispanoamericana.

1548: Edición 1944 de la Biblioteca Nacional de Madrid España. En el volumen I de la Colección de Incunables Americanos (siglo XVI)

1550: Biblioteca John Brown de Providence y en Texas (?) [17 enero 1550]

1550: Biblioteca del Congreso de Washington y Colección Ugarte [17 abril 1500]

 

Por último, es importante referir que, para la transcripción de la presente edición, se tuvo que sortear los mismos recurrentes problemas de otras ediciones que sobreviven en la actualidad.

 Para la utilización de las ediciones se hizo la transcripción a partir del facsimilar del año de 1550 (sin portada), del que se resguarda un ejemplar en el acervo de la Biblioteca John Carter Brown, Providence en los Estados Unidos de América. Posteriormente, se realizaron las correcciones utilizando la edición publicada en Madrid, España, en el año de 1944 (obra de 1548)[12]. La primera carece de los 10 folios iniciales, y en ambas existe un desorden en algunos folios de la encuadernación, mismos que fueron reordenados (igual que en otros estudios referentes al tema: José Toribio Medina[13], Joaquín García Icazbalzeta[14], José Mariano Beristáin de Souza[15], etc.) anexando las primeras páginas faltantes de la anterior versión. Asimismo, se colocó una numeración ordinal posterior a la numeración romana de los folios originales, para mejor ubicación de la paginación. Se usaron caracteres tipográficos actuales para señalar las abreviaturas usadas en consonantes, colocándolas delante de cada una de ellas, por  ejemplo de q^ para designar “que” o d^ en el caso de “de” u otros; también, se respetó el uso de acentos circunflejos en las vocales y la utilización de signos como /, para la señalización de puntuación entre otros.

 

 



[1] Medina, Miguel Ángel, O. P. Doctrina Christiana para instrucción de los Indios. Redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O. P. y otros religiosos doctos de la misma orden. Impresa en México, 1544 y 1548. Editorial San Esteban, Salamanca España, 1987, 443 p.

[2] “Encendido en el deseo de la conversión de los gentiles del Nuevo Mundo, se embarcó para la Isla de Santo Domingo por el año de 1510, y fundo la Provincia de Santa Cruz del Orden de Predicadores. Zeloso é infatigable en la instrucción de los Indios, fué también acérrimo declamador contra los pecados, desórdenes y excesos de los españoles malos; y á él se atribuye la prodigiosa mudanza del célebre Fr. Bartolomé de las Casas, que siendo Clérigo, era encomendero de Indios, y hecho religioso Dominicano fue luego su más invicto protector. El mismo Casas en su Historia apologética escribe así: “El principal religioso que con zelo de dilatar la fé católica pasó á la Provincia de Chiribichy fue un santo varón, llamado Fr. Pedro de Córdova, dotado de toda prudencia, doctrina, gracia señalada de predicar, y de otras muchas virtudes; y este fué el primero que trujo y fundó la Orden de Santo Domingo en estas Indias”. En efecto, nuestro Fr. Pedro fue el primer Vicario general de su instituto en la América, y el primer Inquisidor de lo descubierto, y por descubrir en ella. Fué asímismo el primero que predicó solemnemente á los españoles é indios de la citada Isla en la infraoctava de Todos Santos. A los españoles les predicó en presencia del Almirante Colon sobre la Gloria del Paraíso; y á los indios sobre la creación y redención del hombre. Falleció en su Convento de la Isla Española en la víspera de San Pedro de 1525. Escribió muchos Sermones, Memoriales al Rey, é Instrucciones, que por falta de imprenta no llegaron á nosotros, pero se hallan en los archivos de Sevilla y Simancas; y solo halló publicado el libro siguiente:

Doctrina cristiana para instrucción de los Indios, por manera de historia, aprobada por el M. R. Sr. Lic. Tello de Sandoval, Inquisidor y Visitador de la Nueva España. Imp. en Mégico por mandado y á costa del Illmo. Sr. Arzobispo Zumárraga, año 1545, en 4. Existe un único ejemplar que he visto en la Librería de los PP. Franciscanos de Tezcuco … en: Beristaín de Sauza, José Mariano (1816). Biblioteca Hispanoamericana Septentrional. México: UNAM, p. 97, (Biblioteca del Claustro, serie facsimilar, tomo 1).

[3] pp. 33

[4] La Doctrina Cristiana para instrucción e información de los indios por manera de historia de Fr. Pedro de Córdoba es particularmente interesante fue una de las primeras obras escritas e impresas en el nuevo continente descubierto por Colon. Además es el primer catecismo del Nuevo Mundo destinado a los indios que alcanzó gran difusión, como lo demuestran las distintas ediciones hechas a partir de la primera que data de 1544.

[5] Falta referencia

[6] En las últimas líneas del Colofón están destinadas a transmitir los deseos del Obispo Zumárraga en relación con la difusión del nuevo catecismo. Ante todo, pide que los religiosos encargados de la instrucción y conversión de los naturales, por aquel entonces franciscanos, dominicos y agustinos, “procuren de les predicar y hacer entender esta doctrina breve y llana, pues conocen su capacidad, y que tienen más necesidad de ella que de otros sermones que se les predican”. Esta recomendación se basa, por un lado, en la “gran religión, celo y letras del autor”; y por otro, en “el estilo y manera que lleva para los indios que cuadra más a su capacidad”. Al mismo tiempo, el prelado recuerda que el “mucho fruto” que se espera lograr con su empleo por parte de los misioneros, podría verse incrementado si éstos la tradujera “en lenguas de indios pues hay tantos de ellos que saben leer”, en: op cit. Medina, p. 76.

[7] Fray Alonso de Molina. Doctrina cristiana breue, traducida en lengua mexicana. 20 de junio de 1546.

[8] Juan Pablos natural de la ciudad de Brescia en Lombardía, Italia, oficial de la imprenta sevillana de Cromberger, casado con Jerónima Gutiérrez. Compra la imprenta y materiales de su ex socio (Juan Cromberger) y obtiene del virrey Mendoza el privilegio de tenerla por espacio de 6 años a partir de 1548, estableciéndola en la casa llamada de las Campanas. Muere en 1561.

[9] Falta referencia

[10] Op. Cit. Medina. pp. 73

[11] pp. 76

[12] Doctrina Cristiana en lengua española y mexicana por los religiosos de la orden de Santo Domingo. Colección de Incunables Americanos. Volumen. I. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1944. (prólogo por don Ramón Menéndez Pidal)

[13] Medina, José Toribio. La imprenta en México (1539-1821). México: UNAM, 1989 (edición facsimilar tomo I)

[14] García Icazbalceta, Joaquín. Bibliografía mexicana del siglo XVI: catálogo razonado de libros impresos en México de 1539 a 1600, con biografías de autores y otras ilustraciones, precedido de una noticia acerca de la introducción de la imprenta en México. México: Fondo de Cultura Económica, 1954,  581 p.

[15] Beristáin de Souza, José Mariano. Biblioteca hispano americana septentrional; o, Catálogo y noticias de los literatos que o nacidos o educados, o florecientes en la América Septentrional Española, han dado a luz algún escrito, o lo han dejado preparado para la prensa, 1521-1825. México: Editorial Fuente Cultural, 1947, 8v.

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