Compendio del Confesionario en mexicano y castellano
para que los que ignoren el primero puedan á lo menos en los casos de necesidad
administrar á los indígenas el Sacramento de la Penitencia, año de 1840, autor
anónimo, en la ciudad de Puebla imprenta antigua del Portal de las Flores.
Introducción
y transcripción: Isis Zempoalteca Chávez.
Año: 2015.
Desgraciadamente
no se cuenta con dato alguno sobre el autor o autores, pero ha sido importante
incluirlo en el repertorio de textos bilingües sobre la confesión. Se aclara al
interior del mismo que ha sido elaborado exclusivamente para el uso de los
párrocos, evitando así la intervención del intérprete. Documento sintetizado
que tiene la finalidad de “instruir en los deberes cristianos para administrar
los santos sacramentos, en especial la penitencia de la extremaunción”, cuya
obligación radicaba en aprenderlo de memoria para su mejor aplicación en los
feligreses.
En
la introducción el autor comienza con una nota sobre reglas gramaticales que
aplica a lo largo del texto y que le es importante señalar. El contenido del Compendio del confesionario se reduce a
un pequeño interrogatorio sobre los mandamientos, haciendo hincapié en una serie
de exhortaciones hacia los hijos, esposos, amos y sirvientes, así como a
aquellos que ejecutan la justicia.
Nos referimos al termino confesionario, con la intención de que forme parte integrante del
cada vez más amplio reportorio de textos bilingües que ponemos a consideración
de los investigadores de las más diversas disciplinas para que puedan
enriquecernos con el fruto de sus valiosos trabajos de análisis.
La decisión anterior conlleva la
necesidad de definir claramente lo que debe entenderse por el término
confesión, etimológica y cronológicamente, en un afán de entender mejor la
administración del sacramento de la Penitencia. El término proviene del latín confessio, que significa declaración y
hace referencia, en el lenguaje religioso, a dos hechos fundamentales: a) la declaración o
afirmación pública o privada de la fe o de la creencia religiosa y b) la
declaración solemne de fe de una iglesia, ó secta de la misma, expresada
verbalmente o por escrito. Entendido así, el acto de confesión se establece
como el sacramento del perdón de los pecados del creyente cristiano. Su
realización puede ser ordinaria si se practica por lo menos una vez al año, o
extraordinaria cuando se efectúa en caso de enfermedad o peligro de muerte, sin
establecerse un sitio físico adecuado para realizar la confesión ordinaria.
El
acto de confesión se divide en:
1. Examen de conciencia:
que motive al penitente al arrepentimiento de los pecados.
2. Arrepentimiento de los
pecados cometidos; bien por un acto de amor a Dios misericordioso (contrición),
o como consecuencia del temor de Dios, como justo juez (atrición).
3. La vergüenza y
humillación que el penitente sufre para enunciar sus culpas no se juzga como un
elemento negativo; al contrario manifiesta la verdad de su exposición, lo pone
en situación de ser purificado al ser perdonado de la falta cometida.
4. La humillación sufrida
por el penitente y la correspondiente autoridad del confesor para imponer la
penitencia que considere proporcional al pecado confesado.
5. Y por último el
otorgamiento o no de la absolución, equivalente a la sentencia emitida de
manera declaratoria, como si se tratara de un verdadero acto judicial; lo que
convierte al confesor no en mero interlocutor sino en verdadero juez.
Así pues, en la evolución de la historia del
cristianismo, desde los primeros siglos, la confesión se realizaba de manera
pública y formaba parte del sistema penitencial de la iglesia primitiva. Durante
los siglos IV al VII, la penitencia canónica se continúo efectuando de tal
forma: “[…] que gran parte del rito se realizaba frente a la muchedumbre”.
Posteriormente, con la celebración del Concilio de Letrán hacia el año de 1215,
esta se convirtió en un acto obligatorio por lo menos una vez al año, durante
la celebración de la Pascua, alternándose “la confesión auricular o privada,
que había coexistido simultáneamente con la pública y había ganado muchos
adeptos entre la iglesia y los mismos fieles [hasta que] fue aceptada de manera
oficial”.
Luego, al celebrarse el Concilio Ecuménico de Trento entre 1545 y 1563, la
confesión pasó a formar parte del sistema sacramental (siendo uno de los siete
sacramentos instituidos por Cristo para el perdón de los pecados), donde: “las
autoridades tridentinas decretaron que la penitencia era el medio para obtener
la salvación eterna, pues el hombre, a pesar de su fe, no podía estar seguro de
su salvación en virtud de que por su propia naturaleza esta propenso a caer en
pecado. Sólo podía alcanzar la gracia de Dios por medio de la penitencia.
También se estableció que la confesión era el ´medio seguro de salvación´ y fue
considerada como la tabla de salvación del hombre pecador”.
Surge así el Confesionario
como libro, manual o guía para la realización de un examen de conciencia,
basado en preguntas breves que permiten al penitente recordar todas las
situaciones en las cuales estuvo expuesto a incurrir en pecado (venial o
mortal). El confesionario es elaborado por los sacerdotes especializados en
teología moral para ayudar al penitente en los actos cotidianos en los que haya
incurrido, todo ello sostenido en los sacramentos de la iglesia católica. En el
siglo XVI, como consecuencia del Concilio de Trento, se produjo una verdadera
explosión editorial en torno a la penitencia; en donde: “la estructura de estos
manuales es, en general, bastante repetitiva. Suele empezar por un estudio
sobre las partes de la confesión y sus consejos sobre la actitud del confesor y
del penitente, pasan después al examen de los pecados posibles contra cada
mandamiento de la ley de Dios, de la iglesia o contra los sacramentos y quedan
desarrollados también los llamados “pecados capitales” A menudo presentan
listas de los pecados más comunes de algunos oficios: comerciantes, señores,
jueces, eclesiásticos”.
Es necesario aclarar, por último, que la transcripción
se hizo bajo las normas de las Ediciones Sup-infor, que tiene como finalidad
fundamental el conocimiento lingüístico de las lenguas amerindias,
particularmente de los vestigios impresos de la lengua nahua. Importante
señalar que, como base del siguiente trabajo se empleo la edición del Compendio el Confesionario en mexicano y
castellano […], reguardada en el
Biblioteca John Carter Brown, de Providence, Estados Unidos de América. Se
respetaron los caracteres tipográficos y separación de sílabas y palabras del
autor, así mismo se colocaron todos los acentos: agudos, graves y circunflejos
utilizados. En el caso de los tipos no usados en la actualidad para la
señalización de las silabas abreviadas, en las que se colocaron delante de cada
una de ellas, como ejemplo de q^ para designar “que” o d^ en el caso de “de” u
otros. Así mismo se colocaron en dos columnas los textos: tanto la versión
castellana como su correspondiente traducción en el caso de no existir en la
edición original, para la mejor comprensión y correlación.