Catecismo de la Doctrina Cristiana que se enseña a los
indios de esta Nueva España, y el orden que los religiosos de esta provincia
tienen en los enseñar, año de 1546, por fray Alonso de Molina.
Introducción y transcripción: Isis Zempoalteca
Chávez.
Año: 2015.
Durante los
primeros años de la evangelización en América se utilizaron diversas
estrategias para la catequización de los indios, ya utilizadas previas al siglo
XVI, en opinión de algunos investigadores, tanto en España como en el resto de
Europa anteriores al descubrimiento del nuevo mundo. Durante este periodo los Catecismos o Doctrinas, fueron textos dirigidos principalmente para la
conversión de los indígenas, o bien para el uso y enseñanza de los propios
misioneros; se sabe que estos textos “breves o largos” se usaban en España y en
los demás países europeos desde siglos atrás.
José
Sánchez Herrero, resume en cuatro fases la evolución de estos textos: a) La
catequesis y alfabetización en la Península Ibérica, y especialmente, en
Castilla, durante los siglos XV y XVI; b) La catequesis realizada con los
judíos y musulmanes en Castilla durante el siglo XV, y, especialmente, con
posterioridad a 1492; c) La obra catequética realizada por las Órdenes
Religiosas que van a pasar al Nuevo Mundo: franciscanos, dominicos y agustinos,
con anterioridad a su descubrimiento y d) El siglo XVI hispano, “siglo de los
catecismos” o “doctrinas cristianas”.
Partiendo
de lo anterior, en la primera fase de reorganización de la población ante la
nueva cultura, que incluía la idea fundamental de conversión y salvación de las
almas de los indios, se dieron a la tarea los religiosos: franciscanos,
dominicos, agustinos etc, de recurrir a los modos ya utilizados; haciéndolos
útiles y prácticos, aprendiendo y traduciendo simultáneamente al sometimiento
político, militar y social de los pueblos, desde las Antillas hasta el mismo
continente. La enseñanza a través de la
misma lengua nativa, trajo consigo el aprendizaje intensivo de la lengua, no
solo la oral (predicación) sino la escrita (traducción), que serviría
rápidamente para el uso y reproducción de los textos necesarios para tal
propósito.
Los principales instrumentos de predicación y
enseñanza tanto para el aprendizaje de las letras y de la escritura, como para
la catequesis y educación eran: 1) catecismos y doctrinas (oraciones, preceptos
y verdades esenciales del cristianismo); 2) gramáticas y vocabularios; 3)
confesionarios y sacramentarios; y 4) sermonarios (con platicas para las
fiestas anuales, además de recomendaciones y consejos valiosos). “Poco a poco
estos elementos de educación y enseñanza dejan de ser meramente prácticos, para
convertirse en verdaderos estudios lingüísticos desde un punto de vista
gramatical, léxico y general”. (Actas del
II Congreso. La Rábida, 1987, p. 574).[1]
¿Qué
es un catecismo o doctrina cristiana, término que de manera general se utiliza
para indicar un escrito referente a la educación e instrucción de la fe
cristiana? El primero se refiere de manera general a la enseñanza memorística
más rudimentaria de las oraciones como: el Credo, Padre nuestro y Ave María
etc; el segundo: “la doctrina cristiana incluye explicaciones integradas al
libro y pueden estar distribuidos con un sistema interrogativo o explicativo,
por la extensión o brevedad y por razón de sus destinatarios: niños, muchachos
o adultos, y también: sacerdotes, confesores, frailes, misioneros, etc.
Recuérdese que quien lo leía y enseñaba era el clérigo y la mayoría de la
población era analfabeta.”[2]
El
origen de los catecismos o doctrinas cristianas es medieval, responde a
planteamientos teológicos y se aplica en la pastoral popular. En el siglo XV
estos instrumentos fueron modificados por las circunstancias históricas de las
ideas y las políticas de la época. Hay que tomar en cuenta que al “principio”
de la aparición del catecismo como instrumento de pastoral el objetivo era transmitir
la doctrina a los nacidos en el contexto ya cristianizado; pero para la época
del siglo XVI ya había habido la experiencia de aunar a los catecismos,
vocabularios y gramáticas cuando se dio el caso de enseñar la doctrina a los
pueblos que no hablaban el idioma de los evangelizadores. Fue ese el problema
que hubo en la transmisión del evangelio en América, pero “existía la
experiencia de alfabetización de Castilla, y la catequización de los musulmanes
en los siglos XV y XVI”.[3]
Es
por ello, que referirse al contenido de los catecismos o doctrinas, en la
mayoría de las ocasiones se tiende a hacerlo de forma genérica, significando
que cada uno, a reserva del autor, son parecidos en su contenido, pero en su
explicación y estructura no; el primero se distingue por ser concreto,
memorístico y basado en preguntas y respuestas sobre temas concretos de la fe,
dirigida casi siempre a los fieles; y el segundo aunque contiene lo anterior,
se basa en explicaciones compleja y extensa de los mismos puntos; haciéndose la
distinción en doctrinas largas o breves, las primeras dirigidas a los
sacerdotes, párrocos y estudiantes; las segundas se aplican a los conversos que
han “comprendido” la fe.
Fray Alonso de Molina (1514?-1585), franciscano.
“Nació en España, sin precisión de lugar. Pasó a la Nueva, con su madre viuda,
o que enviudo al llegar, y otro hermano suyo y tres hermanas. Aprendió la
lengua náhuatl con la facilidad y perfección que suelen los niños”.[4]
A la llegada de los primeros franciscanos, fue de gran ayuda para los
misioneros, por su habilidad e inteligencia en el aprendizaje y comunicación de
la lengua náhuatl. Ingreso a la orden y desempeño varios cargos, “el P. Molina, además
de dedicarse por espacio de cincuenta años a la predicación, desempeñó, por lo
que sabemos hasta ahora, varias veces el oficio de Guardián. En 1555 lo era de
Tezcoco, como consta en la portada del Vocabulario
de este año. En el Capítulo Provincial, celebrado el 5 de enero de 1559 en
Huejotzingo, fue nombrado guardián de Tecamachalco”.[5]
Hábil y conocedor de la lengua mexicana, compuso varias obras bilingües y
traducciones de “libros fundamentales” como: Gramáticas, Doctrinas, Confesionarios; y varios textos que se
supone tradujo pero que no salieron a la luz como:
1546 – Doctrina cristiana breve traducida en lengua
mexicana.
1555 – Aquí
comienza un Vocabulario en la lengua
castellana y mexicana.
1565 – Confesionario breve, en lengua mexicana y
castellana.
1565 – Confesionario mayor, en lengua mexicana y
castellana.
1569 – Confesionario breve en lengua mexicana y
castellana.
1569 –
Confesionario mayor en lengua mexicana y castellana.
15[…] Sumario de las indulgencias concedidas a los
cofrades del Santísimo Sacramento, traducido en lengua mexicana.
1571 – Vocabulario en lengua castellana y mexicana.
1571 – Arte de la lengua mexicana y castellana.
1576 – Arte de la lengua mexicana y castellana.
1577 – Confesionario breve en lengua mexicana y
castellana.
1578 – Confesionario mayor en la lengua mexicana y
castellana.
1578 – Doctrina cristiana en lengua mexicana muy
necesaria en la que se contiene todos los principales misterios de nuestra
santa fe católica.
La
obra denominada Doctrina Cristiana
del año 1546, obedece a un mandado del obispo de Juan de Zumárraga, que junto a
la obra de Fray Pedro de Córdoba, con traducción de autores anónimos de la
misma Orden de Santo Domingo, fueron denominadas ordinariamente como: una breve
y una larga y se les conoce como las primeras obras bilingües de la Nueva
España, cuyo objetivo principal fue el de propagar rápidamente la fe cristiana
en las tierras recién conquistadas.
El
texto original se encuentra perdido, pero gracias a una copia, “sacado del
manuscrito Cartas de Religiosos de Nueva
España (del año de 1570 a pedimento del Visitador del Concejo de Indias,
Juan de Ovando) propiedad del Sr. José F. Ramírez y que posteriormente se
vendió en la ciudad de Londres, Inglaterra; cuyo primer tomo, denominado: Nueva Colección de Documentos y el
segundo: Códice Franciscano, por
componerse de documentos relativos a la orden religiosa, o escritos por frailes
de la misma […] Del que proporciona un texto en castellano y mexicano de una Doctrina de Fr. Alonso de Molina,
“perdida hoy, aunque impresa dos veces en aquel siglo”. En las páginas 68 y 69
del texto aludido, el autor apunta lo siguiente:
“diré que Fr. Alonso de Molina, el
que compuso la Doctrina que va arriba, y como tengo dicho es la mejor lengua
mexicana que hay entre los españoles, sin agraviar a nadie, ha trabajado muchos
años en traducir en la dicha lengua algunos libros que son muy necesarios para
la erudición de cualquiera nación cristiana, como son las Epístolas y
Evangelios que se cantan en la iglesia por todo el año, el libro de Comptentu Mundi, las Horas de Nuestra
Señora, con sus oraciones y devociones, y otros tratados provechosos, los
cuales tiene limados y puestos en toda perfección para imprimirlos, […] Este
dicho religioso Fr. Alonso de Molina, y otro que se llama Fr. Bernardino de
Sahagún, son solos los que pueden volver perfectamente cualquiera cosa en
lengua mexicana y escribir en ella, como lo han hecho de muchos años acá y lo
hacen el día de hoy sin cansarse. Sería de gran servicio de Dios y de S. M. y
bien de los naturales mandar al Virrey y encargar á los Prelados de la Orden,
que mientras viven estos dos religiosos, que ambos son ya viejos, les den todo
el favor y calor posible para que se ocupen en escribir en el dicha lengua
mexicana, porque será dejar mucha lumbre para los que adelante hubieren de
entender en predicar y administrar los Sacramentos á los naturales de la Nueva
España; que entiendo ninguno de ellos calará tanto los secretos y propiedad de
la dicha lengua cuanto estos dos que la sacaron del natural hablar de los
viejos, y los mozos ya comienzan á barbarizar en ella. A los que se ocupaban en
esta tan fructuosa ocupación para el ornato de la república, aun los príncipes
gentiles solían dar favor y ayuda; cuánto más lo hará nuestro muy católico Rey,
siendo cosa esta tan útil y necesaria para ayudar á salvar las ánimas que están
á cargo de su real conciencia”.[6]
Es necesario aclarar, por
último, que la transcripción se hizo bajo las normas de las Ediciones
Sup-infor, que tiene como finalidad fundamental el conocimiento lingüístico de
las lenguas amerindias, particularmente de los vestigios impresos de la lengua
nahua. Importante señalar que, como base del siguiente trabajo se empleo la
edición del Catecismo de la Doctrina Cristiana: […], reguardada en la Biblioteca de la Universidad
Autónoma de Nuevo León. Fondo Emeterio Valverde y Téllez, y reproducida en
formato pdf para la web. Se respetaron los caracteres tipográficos y
separación de sílabas y palabras del autor, así mismo se colocaron todos los
acentos: agudos, graves y circunflejos utilizados. En el caso de los tipos no
usados en la actualidad para la señalización de las silabas abreviadas, en las
que se colocaron delante de cada una de ellas, como ejemplo de q^ para designar
“que” o d^ en el caso de “de” u otros. Así mismo se colocaron en dos columnas
los textos: tanto la versión castellana como su correspondiente traducción en
el caso de no existir en la edición original, para la mejor comprensión y
correlación.
[1] Georges L. Bastin y Laura Pérez Arreaza, Histal. Las traducciones franciscanas en Venezuela: entre la práctica y la teoría. Université de Montréal, Canada. sin numero de pagina.
[2] Tesis de Araceli Aguirre Aguirre. UNAM, 2005, El suplemento de la doctrina cristiana mas cierta y verdaderos … (1546) de Fray Juan de Zumárraga, reformas franciscanas hispanas, devotio moderna, y philosofia christi en la evangelización de México. pp. 33
[3] Ibid. pp. 33-36
[4] Diccionario Porrúa. Historia, biografía y geografía de México. México: Editorial Porrúa, S. A. 1994. 4 tomos.
[5] Zulaica Gárate, Román. Los franciscanos y la imprenta en México en el siglo XVI. México. UNA, 1991, pp 89-90.
[6] Op. Cit. Nueva Colección … pp. 68-69